Por supuesto que esta paráfrasis de Marx se puede extender a los pelotudos, que la pelotudez no respeta sexo. O género, como les gusta decir ahora. Pido disculpas pero, como hijo de modista que soy, "género" me suena mucho más a tela que a femenino o masculino.
La pelotudez de la semana pasada era que Kristina le podía aportar a la política ciertos valores o sensibilidades que, se supone, vienen junto con los cromosomas XX.
Este neofeminismo, cultivado sobre todo por muchos XY, sostiene que la Mujer, así, con mayúscula, va a hacer una Política, así, con mayúscula, mejor.
No entiendo cómo pueden inferir esto, ya que el único antecente que tenemos es, ni más ni menos que María Estela Martínez Cartas de Perón, (a) Isabelita, (a) Chabela.
Hay gente buena y gente mala. Hay competentes e ineptos. Hay inteligentes y lelos. Todo ello es independiente de su sexo, religión, profesión, nacionalidad, o cualquier otra condición que queramos buscar.
Pero insisten en que van a aportar más decencia. Y pienso en la misma Isabel. Y en Adelina y Mary July. Y ahora en Picolotti o Miceli. Tampoco son peores que López Rega, Yabrán o De Vido.
Hay una sóla condición que iguala a quienes piensan así. La pelotudez. Y de ella, como del ridículo, no se vuelve.
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