martes, 26 de octubre de 2010

DE FRENTE Y DE PERFIL

Una canallada. No tengo dudas de que eso hizo Perfil con la difusión de varias fotos que el presunto responsable del asesinato de Mariano Ferreyra, Cristian Favale, subió a su Facebook. En ellas posa sonriente con varias figuras del oficialismo.

Está claro que a cientos de famosos se les acercan todos los días ilustres desconocidos para sacarse fotos con ellos. Y por supuesto que ello les pudo haber pasado a los que Perfil quiso “quemar”. Cualquier hijo de vecino lo sabe.

Pero (siempre hay un pero en estas historias)… las tomas se realizaron en la peña de los miércoles que regentea el ministro de Economía Amado Boudou. Desde el gobierno y sus medios de propaganda lo quisieron presentar como “un lugar público”. Al que piense eso, le sugiero pasar cualquier miércoles por “La Puerto Rico”, a comprobar si lo dejan entrar sin una invitación tangible de alguien del entorno de la peña. A Favale alguien lo invitó.

Otra. Hay distintos círculos de conocimiento. En primer lugar, sin que mengüe un ápice mi respeto por él, ¿quién reconoce a un Ministro de Educación (en este caso Sileoni) como para retratarse con él? Segundo: ¿qué hijo de vecino que habite cualquier país del mundo, querría una foto con un ministro de Economía? Sea Boudou, Cavallo o Martínez de Hoz, por mantener cierta matriz ideológica.

La tercera perjudicada es la periodista Sandra Russo. Con ella sí entiendo que alguien se quiera llevar una foto. Su rostro es mucho más conocido e interesante que el de cualquier integrante del gabinete. Sin duda que es una canallada querer dejarla "pegada” a un barrabrava acusado de asesinato. Y contra eso podemos y debemos enojarnos los periodistas. Pero no todos. Los independientes de verdad. Ni los dependientes del gobierno, ni los dependientes de otros intereses. Sandra no tiene derecho al pataleo. Esa misma perrería de la que es víctima, la hubiesen perpetrado ella y sus conmilitones de “678” si las fotos del barra brava acusado de asesinato hubiesen sido Duhalde, Rodríguez Saá y Bonelli.

lunes, 25 de octubre de 2010

EL DÍA DEL BOLUDO

Es la media mañana de un día luminoso. La maestra camina con un cierto cosquilleo por un barrio cercano al suyo, pero que no le es enteramente conocido. Camina resuelta, hasta que llega a una esquina y duda. Mira. Las calles están desiertas, los negocios cerrados.

Parece una imagen tomada de “La Dimensión Desconocida”, aunque la escenografía no es de un pueblito indeterminado de los Estados Unidos, sino la de un lugar indeterminado del conurbano bonaerense.

Gira la cabeza hacia un lado, hacia el otro y cruza la calle. Se detiene en la casa de la esquina. Duda una vez más y prefiere la de al lado. Hay una puerta que da a la vereda y otra que da acceso a un largo y destartalado pasillo. Busca el timbre. No lo encuentra. Golpea las manos. Nada. Otra vez. Desde el fondo se oye un grito destemplado: “¡Ya va!”. Una puerta vieja chirría. Unos pies se arrastran de manera desmañada.

La puerta de calle se abre bruscamente, dejando ver a un tipo mal entrazado. Pinta de barrabrava: olor a ajo y a rancio, barba descuidada de varios días, ojotas y jean cortado como bermuda. Una enorme panza asoma bajo una remera que conoció mejores épocas.

La maestra reprime un temblor, pero un frío le recorre desde la médula hasta el cóccix. Quisiera irse, pero sabe que no puede. Debe entrar. Está obligada. El miedo la invade. ¿Podrá salir? Le dijeron que no iba a tener problemas. Se aferra a esa seguridad ajena, pero no cree mucho en ella.

Avanza por el pasillo, intentando mostrar un aplomo que la abandonó hace rato. Sabe que, si sale, esa escena se repetirá varias veces. Piensa que no podrá tolerarlo. Se habló mucho en estos días del miedo del otro lado. “¿Y yo?”

El día es el miércoles 27 de octubre de 2010, la maestra es censista y el “otro lado” son todos los idiotas que repiten que tienen miedo de que con la excusa del censo se les meta algún ladrón o asesino. Nadie dijo que el ladrón o el asesino podría ser el que juega del local.

Día del censo. Día del boludo. ¡Déjense de joder! Tenemos que saber cuántos somos y qué necesidades tenemos.

martes, 5 de octubre de 2010

7-0, PARTIDO

Muchos especulaban con un tenístico 6-1. Fue un 7-0 que, en el ping pong, termina el partido.

Hablamos de la resolución de hoy de la Corte Suprema que, mal que le pese a Bonafini, es Corte y es Suprema.

Resolvió del modo que todo preveíamos la medida cautelar que suspendía el artículo 161 de la Ley de Medios. Es decir, sosteniendo COMO SIEMPRE que la Corte sólo revisa sentencias firmes y no medidas cautelares.

¿Es así? ¿NUNCA revisa medidas cautelares? Para tantos que, de un lado y del otro, tocan de oído, el Tribunal recordó que sí las revisa cuando “medie cuestión federal bastante, conjuntamente con un agravio que, por su magnitud y por las circunstancias de hecho, resulte irreparable”.

Pido disculpas por la transcripción de una frase tan leguleya, pero creo que muchos “opinadores” podrán aprender algo y no sólo repetir cualquier cosa. Insisto. De un lado y del otro.

¿Qué es el artículo 161? El llamado de “desinversión”. El que obliga a los medios a “adecuarse” a la Ley (versión K) o que les da el exiguo plazo de un año, obligándolos a malvender y ser desguazados (versión anti K). Clarín argumentó que ello afectaba derechos adquiridos. ¿Qué derechos? Los que le dio el mismo Kirchner en su último acto de gobierno, cuando autorizó la impresentable fusión Cablevisión-Multicanal o, antes aún, cuando prolongó las licencias televisivas.

Los que se oponen a esta Ley se aferraban al fallo de hoy para demorar la aplicación de la misma. Los oficialistas, sin saber qué decir, usaban como argumento que el fallo por venir era vergonzoso por “cantado”, ya que los principales columnistas del país decían saber que el resultado iba a ser 6-1. De ahí inferían que esta Corte, estimada e incuestionable, en lo académico y en lo personal, había sido “operada” o hasta comprada por Clarín. De ser un lujo, pasaban a ser unos delincuentes.

Todo esto lo acalló la unanimidad del 7-0. El tribunal entero dijo que el juez de primera instancia debe llegar a un fallo definitivo y le dio un plazo, para que esta discusión no quede para las calendas griegas.

7-0. Lorenzetti y Zaffaroni. Highton de Nolasco y Fayt. Petracchi, Maqueda y Argibay. Todos. La historia no termina con esta goleada. Recién empieza. Salvo para los que creen que lo único importante de la Ley de Medios es ese artículo, demostrando que sólo les interesa quebrarle el espinazo a Clarín. Sin duda que hay que acabar con ese conglomerado nefasto. Para eso alcanza con la ley de Defensa de la Competencia. Y Kirchner, en ese entonces casado con “El Monopolio”, lo echó a José Sbatella cuando quiso aplicarla.