miércoles, 1 de diciembre de 2010

BLANCO Y NEGRO EN COLOR

En la década del ’90 había un “pensamiento único”. Fue justamente denostado y terminó corrido de la escena.

En este nuevo siglo, también hay un pensamiento único impuesto desde el gobierno y repetido por los medios oficialistas en término de blanco y negro. A lo “6, 7, 8”. O a lo Bush: “están con nosotros o están contra nosotros”. Si no se está con todas y cada una de las posiciones del gobierno, se es un “contrera”, al estilo del primer peronismo.

Ese estilo lo reproducen desde la vuelta de la democracia todos los peronismos feudales: la Catamarca de los Saadi, la Rioja de Menem, la San Luis de los Rodríguez Saá, la Santa Cruz de los Kirchner. El estilo populista de derecha, con un único poder: el Ejecutivo, que menoscaba al Legislativo y crea una justicia dependiente. Se completa con reparto de prebendas, clientelismo, capitalismo de amigos, persecución a la prensa y silenciamiento de voces disidentes.

Sus voceros repiten la máxima de Kirchner: no es momento para tibiezas ni para matices. Las cosas son blancas o negras. No me va. Si de algo soy fanático es de los arco iris: todos los colores, todas las expresiones.

Sin embargo hay un punto en el que no admito grises: el aborto. Y no porque tenga posición tomada. Bienvenido el debate. Pero creo que necesitamos un fuerte apoyo científico para determinar cuándo una persona es persona. Si lo es al nacer, entonces LOS PADRES (no sólo la madre, aunque ella tiene la “mayoría accionaria”) son dueños de decidir qué hacer con un embarazo no deseado. Si lo es, como sostienen otros, incluyendo la Constitución Nacional, lo es desde la concepción, entonces ese derecho es nulo. Sin importar el motivo. Se habla de que el feto no es una persona porque “no es viable por sí mismo”, tampoco un bebé lo es.

Todos vivimos esas situaciones de cerca. Tenemos amigas, madres, novias o esposas que han abortado. Está claro que nadie sale a decir “a abortar, que se acaba el mundo”. Ninguna ley puede impedir que quien quiera “sacarse un embarazo” lo haga. Y, en ese caso, son las pobres quienes llevan las de perder.

Hay una gran hipocresía de ambas partes. Se dan números de abortos y de muertes absolutamente incomprobables. Hay estadísticas oficiales, del Ministerio de Salud, que dicen que desde 1983 hasta 2009 fallecieron 2665 mujeres fallecieron como consecuencia de abortos inseguros realizados en la clandestinidad. ¿De dónde salen esos numeros? ¿Quien interrumpe un embarazo sale a gritarlo a los cuatro vientos y lo suma a las estadísticas?

Un poco de sinceridad: ¿no se ha utilizado repetidas veces este método como anticonceptivo de última instancia? Si el feto no es una persona, no hay nada que reprochar. SI lo es, se comete un asesinato. Aunque el embarazo haya sido producto de, por ejemplo, una violación.

Desde hace casi un siglo la ley argentina permite la interrupción del embarazo si corre riesgo la vida de la madre. Hasta se llegó a argumentar que ello ocurría si la embarazada argüía que si no le permitían abortar, se suicidaba. Y se pintaba esto como “riesgo para la vida de la madre”. Seamos claros. Si el feto es una persona, no se lo puede eliminar. ¿O una vida vale más que otra? Si se trata de AMBAS vidas, ya estamos hablando de otra cosa.

Bienvenido el tan demorado debate sobre el tema. Pero quisiera más certezas científicas y no sólo posiciones irreductibles desde la religión o desde el feminismo posmo.