sábado, 21 de febrero de 2009

“YO NO OPINO SOBRE PERIODISTAS”…

… repiten algunos periodistas. A ellos Panzeri les contestó hace más de tres décadas que se creen una casta intocable.

Los periodistas podemos sostener que el arquero de River, el de Boca, o del Real Madrid o el del Alania Vladikavkaz son de terror. Que el presidente de la Corte Suprema (la nuestra o cualquier otra) no debió haber pasado de primer año en Derecho. Que el presidente de la Argentina, de Estados Unidos, de Independiente o de Fénix son ineptos y ladrones. Pero ¡ojo con criticar a los colegas!

Pues bien. Ahora que estoy temporalmente afuera y puedo escuchar más, hago un análisis de las transmisiones de fútbol de las primeras fechas, tal como lo podría hacer en cualquier momento, adentro o afuera. Estricto orden de dial.

Continental. Víctor Hugo es Maradona (el Maradona jugador), que siguió siendo Maradona aún cuando erró cinco penales seguidos. No necesita que le digan que es Maradona, pero todos se obstinan en remarcarlo. Pocas veces se entusiasma con relatar un partido o con el fútbol en sí. Y se nota. Cuando va con ganas, marca una diferencia abismal. Si no, por estar pensando cuánto mejor estaría en la Scala de Milán (y lo entiendo), se desconcentra y es capaz de decir "Riquelme" cuando la lleva Zanetti. Pese a eso, nadie le corrige una pifia y los comentaristas hablan cada vez menos porque él los considera los "fiolos” de la transmisión y falta personalidad y sobra respeto mal entendido para imponerse. En el programa se piden permiso unos a otros para remarcar que coinciden con el anterior y hay una falta de información notable.

Rivadavia. A diferencia de los de Fox, ESPN que sí sabe de qué se trata, mantuvo un equipo de periodistas de radio, aunque a Germán Sosa le falte mucho. Sacco se garca en la ética, siendo al mismo tiempo dueño de un equipo de fútbol. El resto cumple, pero se mantiene la línea tradicional de la Oral de “no decir nada”. Para colmo, en los mundiales lo suman a Wolf, campeón en eso de hacerse el simpático.

Mitre. Saavedra hace cada vez más poesía y menos fútbol. Costa Febre es uno de los tres o, a lo sumo, cinco mejores relatores de la Argentina, pero se desmerece al haber privilegiado el negocio de ser “el relator de River”. Cambian de formato cada seis meses, sin saber a qué apuntan.

La Red. Closs es el periodista que más sabe de fútbol y de reglamento, tiene la cancha en la cabeza y un ritmo infernal, aunque tengan que “agrandarle” la voz “tocándole” el micrófono. El “Tano” Fazzini putea aunque le quede mal. Vilouta es un excelente periodista que nombra un jugador de cada quince que tocan la pelota. Balassone es el nuevo “descubrimiento” para los que no lo han escuchado en todo los años que lleva en el medio y es tan bueno como hace uno, dos o cinco años.
En el equipo, salvo contadas excepciones, están más preocupados por hacer su negocio, por ser amigos de los jugadores y por la marca de remera que usan que por el periodismo. Tienen, según algunos, “tono futbolero”, lo cual quiere decir que “hablan como la gente” es decir, mal. Los periodistas están para elevar el nivel a los oyentes, no para mimetizarse con ellos. La “información” es el leit motiv, aunque esa información sea tan trascendente como que el 8 de Huracán tiene un callo en el dedo gordo del pie izquierdo. Para colmo, Mariano sabe si ello es así, por lo que viven todo aterrados por lo que él les pueda criticar.

Del Plata. Por suerte está Gustavo Cima, que es radio en estado puro. Pero lo rodean con un impresentable como Proietto, viejo trencero, que fundió “El Gráfico” y fue alcahuete de Lacoste en el Mundial de la dictadura. El resto son de tele, por lo que es insufrible escucharlos por radio, ya que hacen una transmisión televisiva sin imagen. ¿Alguien aguantó completo un partido completo relatado por el hijo del “Bambino” Pons (Pablo Bari) y comentado por Latorre? Con tal de ahorrar guita metieron a todos los de Fox, lo que lo hace inescuchable, relegando a, por ejemplo, un gran relator como Pablo Ladaga. Y encima Niembro, que sería un lujo comentando, privilegia la guita que le da la tele.

En todos los equipos se nota una falta de personalidad que impide discutirle al "capo" cosas trascendentes o marcarle un error.

En fin. Se escuchan (o se leen) comentarios.

jueves, 12 de febrero de 2009

7, APROBADO. FALTA EL 9

De menor a mayor fue la selección ante Francia. Fue ganando en confianza y corrigiendo errores. Y quedó claro que no es imprescindible jugar con un "enganche".

Otro punto a favor es que no insistió con seguir desgastando a Tévez como tercer delantero hacia la izquierda.

Lo más importante que se nota es un cambio muy positivo en la "actitud" del equipo de Diego con respecto de las última imágenes del naufragio de Basile. Bien.

Pero sigue faltando un "9". Una referencia de área. Un tipo con "polenta" que preocupe a los centrales rivales por arriba. Alguien que pueda cabecear en ofensiva sin tener que esperar a una pelota detenida para que suban los defensores. Se que no hay muchos. Pero ¿por qué no probar tres o cuatro partidos (no menos) con Cavenaghi?

En resumen. La Argentina aprobó un examen difícil, aunque Francia viene en falsa escuadra.

Un apunte en otro sentido. Una vergüenza que, habiendo tantos partidos de la Copa Libertadores con equipos de tantos países hayan hecho jugar a Lanús a la misma hora que actuaba la selección. Y mal Lanús por haberlo aceptado.

domingo, 8 de febrero de 2009

TODOS SON GRANDES CAMPEONES

No me gusta el boxeo. Me resulta raro que, en un mundo en el que están prohibidas las riñas de gallos, estén permitidas las riñas de hombres. Y ahora también de mujeres.
De todos modos, no soy abolicionista como Paenza o como era Niembro. Creo en la libertad individual y cada uno es dueño de matarse como quiera.

Aunque este no es el tema. El tema es el campañón de Omar Narváez. Grandes títulos en todos los diarios, grandes espacios en las radios dedicados al multicampeón argentino. El que pulverizó el record de Monzón de defensas de un título mundial.

Pero ¿es así? ¿Es Narváez más grande que el santafesino? Indemostrable.

Lo que es indiscutible es que Monzón reinó cuando había muchas menos categorías y sólo dos confederaciones regían el pugilismo. Y además logró unificar la corona y ser el mejor mediano del mundo sin dudas.

Narváez es campeón en una época en la que hay cien asociaciones mundiales y mil categorías.

Esto no le quita méritos. Quizás hace treinta años él hubiese sido el mejor del mundo. Pero lo cierto es que le toca reinar ahora y creo que había que bajar un poco, un poqquito nomás, el tono.