lunes, 25 de octubre de 2010

EL DÍA DEL BOLUDO

Es la media mañana de un día luminoso. La maestra camina con un cierto cosquilleo por un barrio cercano al suyo, pero que no le es enteramente conocido. Camina resuelta, hasta que llega a una esquina y duda. Mira. Las calles están desiertas, los negocios cerrados.

Parece una imagen tomada de “La Dimensión Desconocida”, aunque la escenografía no es de un pueblito indeterminado de los Estados Unidos, sino la de un lugar indeterminado del conurbano bonaerense.

Gira la cabeza hacia un lado, hacia el otro y cruza la calle. Se detiene en la casa de la esquina. Duda una vez más y prefiere la de al lado. Hay una puerta que da a la vereda y otra que da acceso a un largo y destartalado pasillo. Busca el timbre. No lo encuentra. Golpea las manos. Nada. Otra vez. Desde el fondo se oye un grito destemplado: “¡Ya va!”. Una puerta vieja chirría. Unos pies se arrastran de manera desmañada.

La puerta de calle se abre bruscamente, dejando ver a un tipo mal entrazado. Pinta de barrabrava: olor a ajo y a rancio, barba descuidada de varios días, ojotas y jean cortado como bermuda. Una enorme panza asoma bajo una remera que conoció mejores épocas.

La maestra reprime un temblor, pero un frío le recorre desde la médula hasta el cóccix. Quisiera irse, pero sabe que no puede. Debe entrar. Está obligada. El miedo la invade. ¿Podrá salir? Le dijeron que no iba a tener problemas. Se aferra a esa seguridad ajena, pero no cree mucho en ella.

Avanza por el pasillo, intentando mostrar un aplomo que la abandonó hace rato. Sabe que, si sale, esa escena se repetirá varias veces. Piensa que no podrá tolerarlo. Se habló mucho en estos días del miedo del otro lado. “¿Y yo?”

El día es el miércoles 27 de octubre de 2010, la maestra es censista y el “otro lado” son todos los idiotas que repiten que tienen miedo de que con la excusa del censo se les meta algún ladrón o asesino. Nadie dijo que el ladrón o el asesino podría ser el que juega del local.

Día del censo. Día del boludo. ¡Déjense de joder! Tenemos que saber cuántos somos y qué necesidades tenemos.

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