... ¡pero tiene un atraso!
Finalmente, habló.
Después de dos días de enojos multisectoriales y de haber estado a un canto de uña de una tragedia (irrupción de los D'Elías boys en la Plaza de Mayo), llegó el discurso que debió haber dado el martes. Lleno de reproches, de catarsis, de injusticias, de errores, pero convocando al diálogo.
No se podía esperar de la Presidencia (y menos de una Presidencia K) un reconocimiento, ni una marcha atrás con las medidas que provocaron el descontento. “Es difícil dialogar con un revólver en la cabeza, sobre todo en democracia. No podemos dialogar sin que levanten la medida de fuerza”. No es cierto. Estos gobiernos (los de los Kirchner) han dialogado muchas veces con grupos que llevaban adelante medidas de fuerza (docentes santacruceños, asambleistas de Gualeguaychú y, por supuesto, piqueteros). Pero está bien. Se llegó al mínimo indispensable en una democracia, pero que en estas circunstancias es bastante: hablar.
De paso, logró algo que no había podido hasta ahora: separar a las distintas organizaciones del campo. Cada una representa diversos intereses. Esquemáticamente, podemos decir que, de arriba a abajo en la pirámide socioeconómica se ubican la Rural, Confederaciones Rurales, CONINAGRO y la Federación Agraria.
Pero, paradoja de las paradojas, queda al desnudo la falsedad de una de las argumentaciones favoritas del oficialismo: que el paro era una demostración de oligarcas nostálgicos de la dictadura. Los más presurosos en levantar las medidas de fuerza son los de la Rural y los que aún resisten son los chacareros de la Federación Agraria. ¿Entonces?
Esperemos que se llegue a un entendimiento. Eso sí, de los piqueteros-patoteros que envió Néstor contra los cacerolazos, ni una palabra. Y si una imagen vale más que mil palabras, en el palco estuvo su símbolo máximo, Luis D'Elía.
viernes, 28 de marzo de 2008
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