No. No es una ironía. España, que hoy perdió con Suiza, puede ser campeón. ¿O la Argentina no llegó a la final del ’90 tras perder en el arranque? ¿O Italia ocho años antes no levantó la copa después de una primera fase paupérrima?
Nos disponíamos a ver el “tiki-tiki” y también vimos el “tic-tac, tic-tac”. Los helvéticos fueron un relojito y España, que llegó pensándose campeón y que estos siete partidos sólo eran un engorroso trámite se chocó con la realidad.
Eso lo sufrieron, sobre todo, los periodistas que se olvidan que el fútbol no es sólo ataque. Los españoles llegaron agrandados, tal como se agrandaron a la par de su notable performance económica de los últimos veinte años. Salvo, claro, en los dos últimos. La riqueza los ensoberbeció también en lo futbolístico.
Muchos dicen que el equipo de Del Bosque es casi una subsidiaria del Barça. Y hoy se notó. No alcanza con el 4-1-4-1, con tener volantes de muy buen pie (otra vez notable lo de Iniesta) cuando enfrente se tiene un equipo conocedor de sus limitaciones. A otro nivel, les pasó lo mismo a los catalanes con el Inter de Mourinho.
¿Suiza es menos que España? Claro que sí. Pero un partido dura sólo 90 minutos y ninguno es igual al otro. Y nadie puede decir que los de Hitzfeld hayan recurrido a malas artes. Jamás hicieron tiempo y, a diferencia de Camerún en el ’90, no pegaron una sola patada. De paso, es un equipo muy superior a aquellos africanos que encontraron la victoria, pese al muy buen juego argentino. Si no me creen, busquen el video.
España puede ser campeón ¿por qué no? Pero después del buen baño de humildad que, a destiempo, le reclaman los mismos periodistas que lo agrandaron. Y con un agregado. Que pueda superar el hielo en el pecho que suele llevar a los mundiales.
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