21 años sin nada. No me vengan con la Copa América, que no existe. En todo caso, la del ’91, pero como comienzo de un camino al que le faltaban aditamentos y que treminó como terminó. La del ’93 la Argentina la ganó por descarte ante equipos que no llevaron lo mejor.
2011. De local y sólo se le ganó a Costa Rica “C”. “Pensamos en el Mundial” y no hay defensores sub-30. Tévez no, Tévez titular, Tévez suplente, Tévez es el único en errar el penal. ¿Y los especialistas? Plantel lleno de volantes centrales y de delanteros.
¿Qué se aprendió del fracaso de Japón? ¿Qué de la paliza de Alemania de hace un año?
Después de Bilardo no hubo rumbo. Había que elegir al técnico de moda (siempre que no fuese Bianchi). Del permisivo Basile al rígido Passarella, al hipertáctico Bielsa que en 2002 se quedó con una sola táctica, al inocuo Pekerman, a la vuelta de Basile y a técnicos sin antecedentes como Maradona y Batista.
Jugadores que ganan todo en sus clubes de Europa y que no mueven el amperímetro en la selección. Viejos, jóvenes, con “hambre”, sin “hambre”. Amontonando a “los mejores”. Un buen equipo JAMÁS se arma con los 11 mejores jugadores, sino con los mejores para cada puesto y para la tarea colectiva.
Desde la “Generación Perdida” de Passarella a perder en la mayor con los frutos del buen trabajo en juveniles de Pekerman y Tocalli. Ahora sólo queda ir para abajo, con los que pierden y pierden en los sub-17 y sub-20.
Muchos técnicos y cientos de jugadores han pasado. Y siempre igual. Fracaso tras fracaso.
¿Cuál es la única constante? El que elige a los entrenadores por su sola voluntad, cuando se empieza a perder hace trascender que interviene en la formación del equipo y desaparece cuando la caída es definitiva.
lunes, 18 de julio de 2011
viernes, 15 de julio de 2011
La ciencia y el futuro
De acuerdo, Tecnópolis es genial. Si la recomienda Adrián Paenza (http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-172322-2011-07-15.html) es una garantía. Voy a ir cuando pase la marea inicial, pero no me la voy a perder.
Por fin se le da pelota a la ciencia. ¿Entenderemos todos (pero TODOS) qie sin ciencia no hay país en serio? ¿Haremos de esto una ´”política de Estado” como las que, con razón, se reclaman para varias áreas? Hace muchos años, esto ya ocurrió en un sector ríspido: la energía atómica. Con sus bemoles, atravesando dictaduras y gobiernos elegidos, se siguió con el rumbo.
Hay que dejar de lado mezquindades. No se hizo el año pasado por un gobierno nacional que pretendía sumarla a SU celebración del Bicentenario y una oposición que quería que eso no ocurriera. Iba a ser más corta, pero hubiese clausurado la Figueroa Alcorta por ¡40 días!, una locura. Macri quería que se hiciese en el sur. ¿Por cuestiones prácticas o para que perdiera visibilidad? Cualquiera fuese el motivo, ¿no hubiesen hasta salvado vidas (literalmente) si se hacía en el Parque Indoamericano? Éste hubiese mucho antes dejado de ser un basural. No hubiera sido tomado. Nos habríamos ahorrado vergüenza, enfrentamientos y, de nuevo, muertes.
Este año, en plena campaña electoral, fue al ex batallón 601 del ejército en Villa Martelli, partido de Vicente López. PARTIDO DE VICENTE LÓPEZ. Otra vez en el norte. Otra vez con polémica: que es uno de los pocos pumones verdes de ese municipio, que habilita negocios inmobiliarios, que esto, que lo otro. Lo importante es, por un lado hacer campaña y, por el otro oponerse, con razones válidas y de las otras.
¿Por qué no hacerlo en el sur? En el de la Ciudad de Buenos Aires, o en Avellaneda. En Quilmes o Lanús. Y aprovecharla para desarrollar la zona aledaña. No, el sur también existe pero el norte es más lindo.
La presidenta dijo que es un “parque temático”. ¿Por qué no hacerlo permanente? ¿No sería mejor para todos que este gobierno se destacara más por la acción silenciosa y eficiente de Lino Barañao que por las invectivas de Aníbal Fernández?
Gran idea, Tecnópolis. Pero, como todo, mejorable.
Por fin se le da pelota a la ciencia. ¿Entenderemos todos (pero TODOS) qie sin ciencia no hay país en serio? ¿Haremos de esto una ´”política de Estado” como las que, con razón, se reclaman para varias áreas? Hace muchos años, esto ya ocurrió en un sector ríspido: la energía atómica. Con sus bemoles, atravesando dictaduras y gobiernos elegidos, se siguió con el rumbo.
Hay que dejar de lado mezquindades. No se hizo el año pasado por un gobierno nacional que pretendía sumarla a SU celebración del Bicentenario y una oposición que quería que eso no ocurriera. Iba a ser más corta, pero hubiese clausurado la Figueroa Alcorta por ¡40 días!, una locura. Macri quería que se hiciese en el sur. ¿Por cuestiones prácticas o para que perdiera visibilidad? Cualquiera fuese el motivo, ¿no hubiesen hasta salvado vidas (literalmente) si se hacía en el Parque Indoamericano? Éste hubiese mucho antes dejado de ser un basural. No hubiera sido tomado. Nos habríamos ahorrado vergüenza, enfrentamientos y, de nuevo, muertes.
Este año, en plena campaña electoral, fue al ex batallón 601 del ejército en Villa Martelli, partido de Vicente López. PARTIDO DE VICENTE LÓPEZ. Otra vez en el norte. Otra vez con polémica: que es uno de los pocos pumones verdes de ese municipio, que habilita negocios inmobiliarios, que esto, que lo otro. Lo importante es, por un lado hacer campaña y, por el otro oponerse, con razones válidas y de las otras.
¿Por qué no hacerlo en el sur? En el de la Ciudad de Buenos Aires, o en Avellaneda. En Quilmes o Lanús. Y aprovecharla para desarrollar la zona aledaña. No, el sur también existe pero el norte es más lindo.
La presidenta dijo que es un “parque temático”. ¿Por qué no hacerlo permanente? ¿No sería mejor para todos que este gobierno se destacara más por la acción silenciosa y eficiente de Lino Barañao que por las invectivas de Aníbal Fernández?
Gran idea, Tecnópolis. Pero, como todo, mejorable.
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martes, 12 de julio de 2011
Un imbécil más
A Pito Faéz le da asco la mitad de los porteños.
En el boletín oficial llamado "Pagina 12" escribió:
Y agregó que es
No soy porteño. Ni de una mitad ni de la otra. Jamás votaría a Macri, pero me da asco este nabo que pretende erigirse en el guardián de la "bienpensancia".
¿Gente sin swing? ¿Qué tendrá que ver el swing con esa forma espástica que el rosarino guarda muy bien? Paso.
Como soy, a diferencia de Pito Faéz, respetuoso de las opiniones ajenas, defiendo que pueda expresarlo. Como yo también puedo expresar que él y su intolerancia me dan asco.
En el boletín oficial llamado "Pagina 12" escribió:
Da asco la mitad de Buenos Aires. Hace tiempo que lo vengo sintiendo. Es difícil de diagnosticarse algo tan pesado. Pero por el momento no cabe otra. Dícese así: “Repulsión por la mitad de una ciudad que supo ser maravillosa con gente maravillosa”, “efecto de decepción profunda ante la necedad general de una ciudad que supo ser modelo de casa y vanguardia en el mundo entero”, “acceso de risa histérica que aniquila el humor y conduce a la sicosis”, “efecto manicomio”. Siento que el cuerpo celeste de la ciudad se retuerce en arcadas al ver a toda esta jauría de ineptos e incapaces llevar por sus calles una corona de oro, que hoy les corresponde por el voto popular pero que no está hecha a su medida.
Y agregó que es
Gente egoísta. Gente sin swing. Eso es lo que la mitad de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires quiere para sí misma.
No soy porteño. Ni de una mitad ni de la otra. Jamás votaría a Macri, pero me da asco este nabo que pretende erigirse en el guardián de la "bienpensancia".
¿Gente sin swing? ¿Qué tendrá que ver el swing con esa forma espástica que el rosarino guarda muy bien? Paso.
Como soy, a diferencia de Pito Faéz, respetuoso de las opiniones ajenas, defiendo que pueda expresarlo. Como yo también puedo expresar que él y su intolerancia me dan asco.
lunes, 30 de mayo de 2011
¡BASTA PARA MÍ!
Fue EL tema de la semana. ¿Para quiénes? Para los que integramos el ámbito periodístico, tan amigo del ombliguismo. Beatriz Sarlo estuvo en “6, 7, 8” y todavía seguimos con ese monotema. De ambos lados se saludó que hubiera debate. Y un fue así. Después de mucho tiempo hubo UN debate. ¡A la puta! ¡Qué muestra de decadencia! ¡Basta para mí! Esto es lo último que voy a decir sobre el tema.
Antes que nada, quiero marcar que ese programa, de movida, se llamaba “6 en el 7 a las 8”. Horrible por donde se lo mire. Después se lo acotó como “6, 7, 8”, pero cada uno de esos números ha perdido sentido. Veamos. “6”: a veces son 5, a veces 7, a veces 8, como el “martes de Sarlo”. “7”: ahora es “la Televisión Pública”. “8”: hace rato que empieza a las 21.
Ahora sí. En todas las redes sociales (y somos muy pocos argentinos los que estamos en ellas) se empezó a anunciar que Beatriz Sarlo, estudiosa del fenómeno generado por el programa iba a estar en él.
Como al panel estable, que tiene un conductor casi mudo, no le daba el “piné”, pidieron refuerzos. Como el Chapulín Colorado, llegaron Ricardo Forster desde la filosofía y Gabriel Mariotto, para buscar pelea.
No veo 678 por varios motivos. De forma y de fondo. Primero, porque no hace periodismo, sino propaganda. Segundo, porque esa propaganda es endogámica: le habla al círculo ya convencido. Tercero, porque se paga con cuantiosos fondos públicos. Y, por último, pero más importante, porque considero a Diego Gvirtz un mercenario. Años ha, armó un programa para “pegarle” a Torneos y Competencias, con el fin de lograr que Torneos volviera a contratarlo. Cuando lo logró, dejó en banda a los que lo habían acompañado en la “patriada”. Ustedes disculpen, pero jamás comería en un restaurante donde sé que el cocinero no se lava las manos.
De todos modos, lograron la repercusión que querían: rozaron los 4 puntos. Es decir que lo vimos menos de 400.000 tipos sobre 13 millones que habitan el Área Metropolitana. Sarlo le sumó un punto a los 3 habituales.
.
Que Sarlo les pasó el trapo, no hay dudas. Pero no por el tan difundido “Conmigo no, Barone”, de efímera fama. Porque no hay de dónde atacarla. Ni por su formación, ni por su historia, ni por su actualidad. Trabaja en Radio Mitre, pero dejó en claro que de una vez hay que hacerles el ADN a los hijos adoptivos de la señora de Noble. Y, aunque en términos mucho más medidos que los que utilizo yo, considera a Gelblung una rata. Ninguno de los integrantes del programa dijo algo ni cercano cuando trabajaron en el tan justamente denostado Grupo Clarín. Y fueron muchos de ellos: Galende, Russo, Barone, Barragán y el mismo Gvirtz.
No voy a extenderme en ello. Mucho se ha hablado esta semana desde todos lados.
Sólo quiero marcar ciertas cosas. Algunas, ya sabidas, como el cambio de política comunicacional del kirchnerismo. Recuerden que en 2003/2004, el hoy resucitado Alberto Fernández decía: “Kirchner no necesita a los medios. Él se comunica directamente con el pueblo”. El famoso atril.
Otra, que me llamó la atención cuando el debate por la Ley de Medios. El argumento central del oficialismo es que somos todos estúpidos, que sólo nos informamos y opinamos con el cerebro lavado por “los medios hegemónicos”. Por su parte, la oposición sostenía que el gobierno quería armar un monopolio para lavarnos la cabeza. Es curioso, en lo que coincidían todos los representantes es que sus votantes somos estúpidos. Y no lo somos. Ni de un lado ni del otro. Eso, creo que es lo más importante del “6, 7, 8” del martes.
Antes que nada, quiero marcar que ese programa, de movida, se llamaba “6 en el 7 a las 8”. Horrible por donde se lo mire. Después se lo acotó como “6, 7, 8”, pero cada uno de esos números ha perdido sentido. Veamos. “6”: a veces son 5, a veces 7, a veces 8, como el “martes de Sarlo”. “7”: ahora es “la Televisión Pública”. “8”: hace rato que empieza a las 21.
Ahora sí. En todas las redes sociales (y somos muy pocos argentinos los que estamos en ellas) se empezó a anunciar que Beatriz Sarlo, estudiosa del fenómeno generado por el programa iba a estar en él.
Como al panel estable, que tiene un conductor casi mudo, no le daba el “piné”, pidieron refuerzos. Como el Chapulín Colorado, llegaron Ricardo Forster desde la filosofía y Gabriel Mariotto, para buscar pelea.
No veo 678 por varios motivos. De forma y de fondo. Primero, porque no hace periodismo, sino propaganda. Segundo, porque esa propaganda es endogámica: le habla al círculo ya convencido. Tercero, porque se paga con cuantiosos fondos públicos. Y, por último, pero más importante, porque considero a Diego Gvirtz un mercenario. Años ha, armó un programa para “pegarle” a Torneos y Competencias, con el fin de lograr que Torneos volviera a contratarlo. Cuando lo logró, dejó en banda a los que lo habían acompañado en la “patriada”. Ustedes disculpen, pero jamás comería en un restaurante donde sé que el cocinero no se lava las manos.
De todos modos, lograron la repercusión que querían: rozaron los 4 puntos. Es decir que lo vimos menos de 400.000 tipos sobre 13 millones que habitan el Área Metropolitana. Sarlo le sumó un punto a los 3 habituales.
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Que Sarlo les pasó el trapo, no hay dudas. Pero no por el tan difundido “Conmigo no, Barone”, de efímera fama. Porque no hay de dónde atacarla. Ni por su formación, ni por su historia, ni por su actualidad. Trabaja en Radio Mitre, pero dejó en claro que de una vez hay que hacerles el ADN a los hijos adoptivos de la señora de Noble. Y, aunque en términos mucho más medidos que los que utilizo yo, considera a Gelblung una rata. Ninguno de los integrantes del programa dijo algo ni cercano cuando trabajaron en el tan justamente denostado Grupo Clarín. Y fueron muchos de ellos: Galende, Russo, Barone, Barragán y el mismo Gvirtz.
No voy a extenderme en ello. Mucho se ha hablado esta semana desde todos lados.
Sólo quiero marcar ciertas cosas. Algunas, ya sabidas, como el cambio de política comunicacional del kirchnerismo. Recuerden que en 2003/2004, el hoy resucitado Alberto Fernández decía: “Kirchner no necesita a los medios. Él se comunica directamente con el pueblo”. El famoso atril.
Otra, que me llamó la atención cuando el debate por la Ley de Medios. El argumento central del oficialismo es que somos todos estúpidos, que sólo nos informamos y opinamos con el cerebro lavado por “los medios hegemónicos”. Por su parte, la oposición sostenía que el gobierno quería armar un monopolio para lavarnos la cabeza. Es curioso, en lo que coincidían todos los representantes es que sus votantes somos estúpidos. Y no lo somos. Ni de un lado ni del otro. Eso, creo que es lo más importante del “6, 7, 8” del martes.
domingo, 29 de mayo de 2011
TRISTEZA NÃO TEM FIN, FELICIDADE SIM
Los versos (y la canción entera) de Toquinho son una maravilla, pero no se ajustan a la realidad.
Aunque tengamos que bajar innúmeros peldaños en la escalera de la calidad artística, creo que lo de Fito Páez (“Todo termina al fin, nada puede escapar / Todo tiene un final, todo termina”) se adapta mejor a mi estado de ánimo futbolero. Siento una infinita melancolía por el final del ciclo del Barça. No porque piense que terminó ayer, sino por saber que, tarde o temprano, se va a acabar.
Tengo algunos recuerdos lejanos del Ajax que apabulló a Independiente en 1972, base de la “Naranja Mecánica” que exprimió a la Argentina dos años después. Allí comienza el lazo Ámsterdam-Barcelona, cuando Cruyff se viste de blaugrana.
Vi de manera mucho más consciente a la Holanda del ’78, pero ya eran sólo los últimos destellos de una estrella apagada.
Hay que andar mucho en el tiempo para reencontrarse con aquellos trazos en el Barça tricampeón dirigido por el gran Johan, pero que terminó aplastado por el Milan de Capello en la recordada final de Atenas ‘94.
Más adelante, el péndulo volvió a Ámsterdam, con el nuevo Ajax de Van Gaal. Pero, pese a los títulos, no cuajó del todo cuando se trasplantó a tierra barcelonesa.
Sin embargo, las semillas estaban germinando. Y dieron esta flor rara, única y exquisita que es el mejor equipo de la historia: este Barça de Guardiola.
Aquí debo detenerme para homenajear a Estudiantes: el único que estuvo a punto de cortar esa flor.
Y sigo. Algunos me dirán que es una osadía llamarlo el mejor equipo de la historia, sin haber visto la mayor parte de ella. Pero me animo y redoblo la apuesta: no habrá ninguno igual, no habrá ninguno como este equipo que tanto da y tanto le quita a los otros.
Por eso, más que disfrutar como disfruté la final de ayer, la sensación que me domina es la melancolía. Todo tiene un final, todo termina.
Aunque tengamos que bajar innúmeros peldaños en la escalera de la calidad artística, creo que lo de Fito Páez (“Todo termina al fin, nada puede escapar / Todo tiene un final, todo termina”) se adapta mejor a mi estado de ánimo futbolero. Siento una infinita melancolía por el final del ciclo del Barça. No porque piense que terminó ayer, sino por saber que, tarde o temprano, se va a acabar.
Tengo algunos recuerdos lejanos del Ajax que apabulló a Independiente en 1972, base de la “Naranja Mecánica” que exprimió a la Argentina dos años después. Allí comienza el lazo Ámsterdam-Barcelona, cuando Cruyff se viste de blaugrana.
Vi de manera mucho más consciente a la Holanda del ’78, pero ya eran sólo los últimos destellos de una estrella apagada.
Hay que andar mucho en el tiempo para reencontrarse con aquellos trazos en el Barça tricampeón dirigido por el gran Johan, pero que terminó aplastado por el Milan de Capello en la recordada final de Atenas ‘94.
Más adelante, el péndulo volvió a Ámsterdam, con el nuevo Ajax de Van Gaal. Pero, pese a los títulos, no cuajó del todo cuando se trasplantó a tierra barcelonesa.
Sin embargo, las semillas estaban germinando. Y dieron esta flor rara, única y exquisita que es el mejor equipo de la historia: este Barça de Guardiola.
Aquí debo detenerme para homenajear a Estudiantes: el único que estuvo a punto de cortar esa flor.
Y sigo. Algunos me dirán que es una osadía llamarlo el mejor equipo de la historia, sin haber visto la mayor parte de ella. Pero me animo y redoblo la apuesta: no habrá ninguno igual, no habrá ninguno como este equipo que tanto da y tanto le quita a los otros.
Por eso, más que disfrutar como disfruté la final de ayer, la sensación que me domina es la melancolía. Todo tiene un final, todo termina.
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domingo, 15 de mayo de 2011
ACERCARSE DEMASIADO AL SOL
Hoy los diarios publican una solicitada firmada por 99 clubes afiliados de manera directa o indirecta a la AFA, haciendo una defensa de Grondona ante su presunta cercanía con los jerarcas de la dictadura. Por allí circulan fotos que lo muestran reunido con Videla. También las hay de muchísima gente (el propio Ernesto Sábato) fuera de toda sospecha de connivencia.
Quien sostenga que esas imágenes convierten a “Don Julio” en algo así como un represor, no es más que un estúpido. Menotti, por ejemplo, tenía más relación con los militares y eso no implica que los jugadores del ’78 fuesen torturadores o tiraran detenidos al mar.
Pero no me vengan a contar una historia de Papá Noel, señores de la AFA, que el SEÑOR DE LA AFA no es precisamente un anciano del Polo Norte. Aunque sí les reconozco –ustedes lo saben sobradamente- que reparte muchos regalos. A tal punto que, con el correr de los años se ha convertido en un próspero traficante de favores.
No voy a mencionar aquí los negocios y negociados que han podido realizar los amigos de Grondona. De eso hablé cientos de veces. Hoy se trata de otro tema, las relaciones con el poder.
En una nota sobre las internas de la AMIA publicada el 3 de abril en “La Nación”, el colega Jaime Rosemberg recuerda la frase que desde hace innumerables años repiten los rabinos a quienes se casan según la ley judía: "la relación que deben tener entre ustedes se asemeja a la que los seres humanos tienen con el fuego. No conviene estar demasiado cerca, porque eso implicaría quemarse, pero tampoco demasiado lejos, porque la lejanía lleva a morirse de frío". El periodista agrega que ese mismo consejo se extiende a la relación que cada comunidad judía debe tener con los poderes de turno.
Y cuando hablamos de poderes, hay que recordar que en la Argentina, el fútbol es una cuestión de Estado. Lo fue para Roca, para Perón, para la última dictadura con el Mundial ’78, para los funcionarios de Alfonsín que querían echar a Bilardo y lo es para el actual gobierno en su pelea con el Grupo Clarín.
Eso Grondona lo entendió muy claro. Si bien no era el preferido de Lacoste para presidir la AFA, supo maniobrar muy bien con el marino. Al tal punto que, vuelta la democracia, cuando se planteó que un tipo de esa calaña no podía seguir siendo representante en la FIFA, Grondona defendió la postura de Lacoste, lo que le granjeó la confianza de alguien mucho más importante en su vida: el capo de la FIFA, el ex waterpolista João Havelange. A partir de allí fueron como Batman y Robin. Cuando Batman se retiró, Robin no pretendió sucederlo. Siguió siendo segundo, pero convertido en un hacedor de primeros. Su poder se extendió a tal punto que él mismo se denominó “Vicepresidente del Mundo”.
Pese a su defensa de Lacoste, en la primavera democrática argentina, el hombre que todavía era de Sarandí desempolvó su boina blanca (“fui radical toda la vida, militando junto a Herminio Sande”). Claro que, cuando cambiaron los vientos, eso no le impidió apoyar la “Plaza del Sí” que Neustadt le ofrendó a Menem. Su acuerdo con Torneos y Competencias comenzó en 1985, pero en los privatistas años ’90 se amplió a Clarín y el fútbol codificado. También tuvo relación con el menemato. Hasta que fue pieza fundamental para que el kirchnerismo le quitara al Grupo Clarín la televisación del fútbol. En el anuncio, compartió cámaras con la Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Siempre supo acomodarse. Hasta geográficamente. Abandonó su Sarandí natal por Puerto Madero, aunque es casi un habitante más de Zúrich.
En resumen. No se puede considerar a Grondona un elemento de la dictadura. Mantuvo y aceitó sus relaciones con todos los poderes de turno. Pero de los capos de las corporaciones es el único que se mantiene desde esa época. Y sin ninguna autocrítica, como sí hicieron la Iglesia, las Fuerzas Armadas, los medios de comunicación y hasta los sindicatos.
Quien sostenga que esas imágenes convierten a “Don Julio” en algo así como un represor, no es más que un estúpido. Menotti, por ejemplo, tenía más relación con los militares y eso no implica que los jugadores del ’78 fuesen torturadores o tiraran detenidos al mar.
Pero no me vengan a contar una historia de Papá Noel, señores de la AFA, que el SEÑOR DE LA AFA no es precisamente un anciano del Polo Norte. Aunque sí les reconozco –ustedes lo saben sobradamente- que reparte muchos regalos. A tal punto que, con el correr de los años se ha convertido en un próspero traficante de favores.
No voy a mencionar aquí los negocios y negociados que han podido realizar los amigos de Grondona. De eso hablé cientos de veces. Hoy se trata de otro tema, las relaciones con el poder.
En una nota sobre las internas de la AMIA publicada el 3 de abril en “La Nación”, el colega Jaime Rosemberg recuerda la frase que desde hace innumerables años repiten los rabinos a quienes se casan según la ley judía: "la relación que deben tener entre ustedes se asemeja a la que los seres humanos tienen con el fuego. No conviene estar demasiado cerca, porque eso implicaría quemarse, pero tampoco demasiado lejos, porque la lejanía lleva a morirse de frío". El periodista agrega que ese mismo consejo se extiende a la relación que cada comunidad judía debe tener con los poderes de turno.
Y cuando hablamos de poderes, hay que recordar que en la Argentina, el fútbol es una cuestión de Estado. Lo fue para Roca, para Perón, para la última dictadura con el Mundial ’78, para los funcionarios de Alfonsín que querían echar a Bilardo y lo es para el actual gobierno en su pelea con el Grupo Clarín.
Eso Grondona lo entendió muy claro. Si bien no era el preferido de Lacoste para presidir la AFA, supo maniobrar muy bien con el marino. Al tal punto que, vuelta la democracia, cuando se planteó que un tipo de esa calaña no podía seguir siendo representante en la FIFA, Grondona defendió la postura de Lacoste, lo que le granjeó la confianza de alguien mucho más importante en su vida: el capo de la FIFA, el ex waterpolista João Havelange. A partir de allí fueron como Batman y Robin. Cuando Batman se retiró, Robin no pretendió sucederlo. Siguió siendo segundo, pero convertido en un hacedor de primeros. Su poder se extendió a tal punto que él mismo se denominó “Vicepresidente del Mundo”.
Pese a su defensa de Lacoste, en la primavera democrática argentina, el hombre que todavía era de Sarandí desempolvó su boina blanca (“fui radical toda la vida, militando junto a Herminio Sande”). Claro que, cuando cambiaron los vientos, eso no le impidió apoyar la “Plaza del Sí” que Neustadt le ofrendó a Menem. Su acuerdo con Torneos y Competencias comenzó en 1985, pero en los privatistas años ’90 se amplió a Clarín y el fútbol codificado. También tuvo relación con el menemato. Hasta que fue pieza fundamental para que el kirchnerismo le quitara al Grupo Clarín la televisación del fútbol. En el anuncio, compartió cámaras con la Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Siempre supo acomodarse. Hasta geográficamente. Abandonó su Sarandí natal por Puerto Madero, aunque es casi un habitante más de Zúrich.
En resumen. No se puede considerar a Grondona un elemento de la dictadura. Mantuvo y aceitó sus relaciones con todos los poderes de turno. Pero de los capos de las corporaciones es el único que se mantiene desde esa época. Y sin ninguna autocrítica, como sí hicieron la Iglesia, las Fuerzas Armadas, los medios de comunicación y hasta los sindicatos.
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martes, 11 de enero de 2011
ADIÓS A LA INFANCIA
Un día se fue el Gran Martín, el Titán. Otro día, el Gordo Muñoz quien, si bien me encontraba en las antípodas, también era un pedazo grande de mis recuerdos.
Hoy se fue la última, Y la única. Debimos decirle adiós a María Elena Walsh. Pero con ella no se fue sólo lo que, a los 48, nos quedaba de infancia. También la adolescencia y la adultez. María Elena no sólo fue Dailan Kifki, la "Canción para Tomar el Té" o "La Vaca Estudiosa". Fue la integridad que apreciamos años más tarde. La capacidad de escribir para chicos y para grandes. Y para ambos a la vez. Aún sabiendo de su enfermedad y que los cementerios están llenos de imprescindibles, hoy el dolor me desborda.
Era el rito compartido con mi hija de escucharla a las 7 en el programa de Magdalena. Pero aquí no se acaba. Nos queda un enorme legado. De canciones, de libros y de ética.
¡Gracias por todo, María Elena! Para nosotros, seguirás cantando como la cigarra.
Hoy se fue la última, Y la única. Debimos decirle adiós a María Elena Walsh. Pero con ella no se fue sólo lo que, a los 48, nos quedaba de infancia. También la adolescencia y la adultez. María Elena no sólo fue Dailan Kifki, la "Canción para Tomar el Té" o "La Vaca Estudiosa". Fue la integridad que apreciamos años más tarde. La capacidad de escribir para chicos y para grandes. Y para ambos a la vez. Aún sabiendo de su enfermedad y que los cementerios están llenos de imprescindibles, hoy el dolor me desborda.
Era el rito compartido con mi hija de escucharla a las 7 en el programa de Magdalena. Pero aquí no se acaba. Nos queda un enorme legado. De canciones, de libros y de ética.
¡Gracias por todo, María Elena! Para nosotros, seguirás cantando como la cigarra.
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