lunes, 30 de mayo de 2011

¡BASTA PARA MÍ!

Fue EL tema de la semana. ¿Para quiénes? Para los que integramos el ámbito periodístico, tan amigo del ombliguismo. Beatriz Sarlo estuvo en “6, 7, 8” y todavía seguimos con ese monotema. De ambos lados se saludó que hubiera debate. Y un fue así. Después de mucho tiempo hubo UN debate. ¡A la puta! ¡Qué muestra de decadencia! ¡Basta para mí! Esto es lo último que voy a decir sobre el tema.

Antes que nada, quiero marcar que ese programa, de movida, se llamaba “6 en el 7 a las 8”. Horrible por donde se lo mire. Después se lo acotó como “6, 7, 8”, pero cada uno de esos números ha perdido sentido. Veamos. “6”: a veces son 5, a veces 7, a veces 8, como el “martes de Sarlo”. “7”: ahora es “la Televisión Pública”. “8”: hace rato que empieza a las 21.

Ahora sí. En todas las redes sociales (y somos muy pocos argentinos los que estamos en ellas) se empezó a anunciar que Beatriz Sarlo, estudiosa del fenómeno generado por el programa iba a estar en él.

Como al panel estable, que tiene un conductor casi mudo, no le daba el “piné”, pidieron refuerzos. Como el Chapulín Colorado, llegaron Ricardo Forster desde la filosofía y Gabriel Mariotto, para buscar pelea.

No veo 678 por varios motivos. De forma y de fondo. Primero, porque no hace periodismo, sino propaganda. Segundo, porque esa propaganda es endogámica: le habla al círculo ya convencido. Tercero, porque se paga con cuantiosos fondos públicos. Y, por último, pero más importante, porque considero a Diego Gvirtz un mercenario. Años ha, armó un programa para “pegarle” a Torneos y Competencias, con el fin de lograr que Torneos volviera a contratarlo. Cuando lo logró, dejó en banda a los que lo habían acompañado en la “patriada”. Ustedes disculpen, pero jamás comería en un restaurante donde sé que el cocinero no se lava las manos.

De todos modos, lograron la repercusión que querían: rozaron los 4 puntos. Es decir que lo vimos menos de 400.000 tipos sobre 13 millones que habitan el Área Metropolitana. Sarlo le sumó un punto a los 3 habituales.
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Que Sarlo les pasó el trapo, no hay dudas. Pero no por el tan difundido “Conmigo no, Barone”, de efímera fama. Porque no hay de dónde atacarla. Ni por su formación, ni por su historia, ni por su actualidad. Trabaja en Radio Mitre, pero dejó en claro que de una vez hay que hacerles el ADN a los hijos adoptivos de la señora de Noble. Y, aunque en términos mucho más medidos que los que utilizo yo, considera a Gelblung una rata. Ninguno de los integrantes del programa dijo algo ni cercano cuando trabajaron en el tan justamente denostado Grupo Clarín. Y fueron muchos de ellos: Galende, Russo, Barone, Barragán y el mismo Gvirtz.

No voy a extenderme en ello. Mucho se ha hablado esta semana desde todos lados.

Sólo quiero marcar ciertas cosas. Algunas, ya sabidas, como el cambio de política comunicacional del kirchnerismo. Recuerden que en 2003/2004, el hoy resucitado Alberto Fernández decía: “Kirchner no necesita a los medios. Él se comunica directamente con el pueblo”. El famoso atril.

Otra, que me llamó la atención cuando el debate por la Ley de Medios. El argumento central del oficialismo es que somos todos estúpidos, que sólo nos informamos y opinamos con el cerebro lavado por “los medios hegemónicos”. Por su parte, la oposición sostenía que el gobierno quería armar un monopolio para lavarnos la cabeza. Es curioso, en lo que coincidían todos los representantes es que sus votantes somos estúpidos. Y no lo somos. Ni de un lado ni del otro. Eso, creo que es lo más importante del “6, 7, 8” del martes.

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