lunes, 18 de julio de 2011

Con las manos vacías

21 años sin nada. No me vengan con la Copa América, que no existe. En todo caso, la del ’91, pero como comienzo de un camino al que le faltaban aditamentos y que treminó como terminó. La del ’93 la Argentina la ganó por descarte ante equipos que no llevaron lo mejor.

2011. De local y sólo se le ganó a Costa Rica “C”. “Pensamos en el Mundial” y no hay defensores sub-30. Tévez no, Tévez titular, Tévez suplente, Tévez es el único en errar el penal. ¿Y los especialistas? Plantel lleno de volantes centrales y de delanteros.

¿Qué se aprendió del fracaso de Japón? ¿Qué de la paliza de Alemania de hace un año?
Después de Bilardo no hubo rumbo. Había que elegir al técnico de moda (siempre que no fuese Bianchi). Del permisivo Basile al rígido Passarella, al hipertáctico Bielsa que en 2002 se quedó con una sola táctica, al inocuo Pekerman, a la vuelta de Basile y a técnicos sin antecedentes como Maradona y Batista.

Jugadores que ganan todo en sus clubes de Europa y que no mueven el amperímetro en la selección. Viejos, jóvenes, con “hambre”, sin “hambre”. Amontonando a “los mejores”. Un buen equipo JAMÁS se arma con los 11 mejores jugadores, sino con los mejores para cada puesto y para la tarea colectiva.

Desde la “Generación Perdida” de Passarella a perder en la mayor con los frutos del buen trabajo en juveniles de Pekerman y Tocalli. Ahora sólo queda ir para abajo, con los que pierden y pierden en los sub-17 y sub-20.
Muchos técnicos y cientos de jugadores han pasado. Y siempre igual. Fracaso tras fracaso.

¿Cuál es la única constante? El que elige a los entrenadores por su sola voluntad, cuando se empieza a perder hace trascender que interviene en la formación del equipo y desaparece cuando la caída es definitiva.

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