martes, 10 de junio de 2008

PARA NO PERDER LA ESPERANZA

Odio el racismo. Odio cualquier análisis que se haga a partir de ciertas características que, supuestamente, comparte un grupo. Sean negativas o positivas. Sean sobre negros, arquitectos o filósofos.

Y, como me siento a salvo de cualquier crítica en tal sentido, no tengo empacho en llamar negros a los negros o ciegos a los ciegos.

Pero Miranda, mi hija de cuatro años, me dio una lección de esperanza. Estábamos viendo juntos Estados Unidos-Argentina y, no sé por qué le mencioné algo de DaMarcus Beasley. Por supuesto, ella no lo conoce. Ni siquiera identifica a Messi. Entonces le apunté que era "el negro". Y no sabía de quién le hablaba. Cuando se lo señalé en la pantalla me dijo "¡Ah, el pelado!".

¡Qué alegría me dio! Para ella, ser negro, como ser pelado, pelirrojo, alto o petiso, es sólo una identificación, no un valor o un disvalor. Espero que nunca cambie. Y que sean muchos los que así lo entiendan. Viviremos en un mundo mejor. Un poquito mejor, aunque sea.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Que bueno Reinaldo!. Lo que contás de tu hijita. Eso es educar y no tengas dudas que los resultados los vas a ver en cada etapa de su crecimiento.
La discriminación siempre presente en todas la épocas, el desprecio a la diferencia de color y tantas otras cosas que los niños escuchan, en sus familias, en los lugares que se se mueven, en el entorno, es muy difícil manejarlo, pero con una buena base sólida se consigue. ¡Que buen ejemplo y enseñanza!. Vale la pena por esto. "NO PERDER LA ESPERANZA".
Muy buena enseñnaza, ojalá todos se puedan apropiar de estos conceptos. Gracias.
Saludos.
Constanza Bodoux.