Tengo un amigo que cumple una regla a rajatabla: cuando se le escapa una puerta y golpea haciendo mucho ruido, mira a todos los presentes con su peor cara de rabia. Nunca nadie le reprochó su descuido que terminó en portazo. Todos asumen que fue fruto de su enojo.
Creo que Felipe Solá, una vez más, usa la técnica de mi amigo. Pone siempre cara de orto para que lo vean como un tipo concentrado y preocupado y no como un inútil. Por eso pudo ser funcionario de Menem hasta último momento, luego duhaldista y compañero de fórmula de Ruckauf, posteriormente kirchnerista furioso y vaya a saber cuál será su próximo encuadre.
En su costosísima campaña publicitaria (que pagamos todos los bonaerenses) de despedida habla de la "provincia incendiada" que recibió, como si el peronismo no llevara veinte años gobernando Buenos Aires. ¿Pensará que pensaremos que Cafiero es demócrata progresista, Duhalde liberal y Ruckauf socialista?
Hay que reconocerle que ese permanente gesto de estar oliendo caca le rindió buenos frutos. Lástima que a nosotros, no.
viernes, 16 de noviembre de 2007
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