Leía ayer en La Nación la autocrítica de Daniel Arcucci por haber dado como hecha la vuelta de Ramón Díaz a River. Pocos tuvieron esa grandeza. De no ofrecer excusas. Por eso Arcucci es quien es.
Y cada uno es quien es. Resulta que, en la conferencia de prensa en la que anunció que se quedaba, el riojano aseguró que se quedaba en San Lorenzo porque es un tipo de palabra. Cada uno negocia como puede y como quiere y nadie está obligado a declarar contra sí mismo. Pero no hay nada de eso. Primero incumplió con la palabra dada a Savino al arreglar con Aguilar y luego con la dada a éste, al volver sobre sus pasos.
Podría dar mil vueltas pero voy a hacerla corta. Ramón Díaz tenía todo arreglado con River. Incluso la poco ética incorporación en el paquete de sus dos hijos. Que no son malos jugadores, pero no son precisamente Maradona y Burruchaga.
¿Qué cambió? Que apareció Tinelli aportando dinero y temor. El dinero está claro: más del que Ramón había pedido para renovar. ¿El temor? A ser incinerado públicamente en el programa de mayor rating de la tele.
Claro y conciso. No hubo mucho más que pensar. Y encima, dejó a su odiado Aguilar patinando y sin sueño.
sábado, 24 de noviembre de 2007
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1 comentario:
La verdad es que no puedo creer cómo todo el mundo compró la historia de la ética y de la palabra empeñada de Ramón Díaz. Nos falta tanto de eso que algunos se conforman sólo con que alguien proclame haberlo hecho, sin hacer el análisis que vos hiciste. Estando a miles de kilómetros le sentí el tufillo a la maniobra... ¿tantos resfríados hay por allá?
Gran abrazo.
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