Marcelo Bielsa ya no es el técnico de la selección chilena. Jugó fuerte por la reelección al frente de la Asociación Nacional de Fútbol Profesional trasandona, Harold Mayne-Nicholls, el hombre que lo llevó al banco de la Roja. Y perdieron. ¿Contra quién? Contra un peninsular presidente de Unión Española, apoyado por los clubes grandes e, incluso, el gobierno de Piñera.
¿Qué es lo que hizo que Bielsa no continuara? Su inquebrantable ética. Dejó en claro que no podía trabajar con un tipo tan detestable como Jorge Segovia, el nuevo mandamás del fútbol chileno. Es una cuestión de principios. No se puede sino compartir una decisión de ese tenor.
Pero esto me hace pensar que el “Loco” es un buscador de perlas. Encontró a alguien que, aún antes de asumir, es peor que Grondona. Porque, más allá de algunos desplantes, Bielsa jamás se hizo problema por trabajar con el hombre de Sarandí y Zurich. Incluso, aceptó la renovación de su contrato luego del fracaso en Japón 2002.
¿Por qué lo empariento con Cobos? Porque el vice aceptó compartir la fórmula presidencial del kirchnerismo cuando no podía argüír sorpresa alguna. Los modos que se le reprochan al oficialismo son los mismos de los primeros cuatro años y medio. Sin embargo, aceptó, asumió y allí se mantiene. Como Bielsa en agosto de 2002.
¿Es el ex técnico de Chile, la Argentina, Vélez y Newell’s superior a la mayoría de sus colegas? Sí. En conocimientos y en principios. Pero cuando proclama esto, a veces de manera directa, a veces a través de su hermano Rafael o de la prensa que le es adicta, la vara se coloca mucho más arriba y uno tiene que exigirle mucho más que al resto. Y no me cierra que esos principios hayan podido convivir tanto tiempo con los de Grondona.
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