Otra vez el fútbol argentino se llevó el oro olímpico. Y está muy bien.No hubo nadie superior. Quedó demostrado contra todos.
Pero también quedó demostrada la realidad del deporte argentino. La misma de siempre. Negra. Los que han quedado en puestos relevantes son los profesionales o semiprofesionales de deportes de conjunto, además de alguna sorpresa cuasi milagrosa.
Siempre Espínola, de nuevo acompañado por Lange. Curutchet y Walter Pérez, oro que vale platino y brillantes. La aparición de la desconocida Paula Paretto. EL BMX, que ni sabíamos qué cuernos era, pero que claramente le da chances a los que pueden ir a prepararse a Estados Unidos.
El resto, los mismos que pueden pelear un lugar en el podio de cualquier Mundial profesional.
Y no le quito méritos a los Checho's Boys. Todo lo contrario. Pero hay que ponerlo en su justa medida.
A un Mundial van 32 selecciones, con todas sus figuras y preparadas a fondo. A los Juegos Olímpicos van 16, con otra clasificación y mucha menor jerarquía. La Argentina es el único país que tiene un plantel (o dos) Sub-23 con el piné como para pelear en lo más alto del fútbol global. Los demás no tienen ese material, no le dan importancia a los Olimpicos o ambas cosas a la vez.
Por eso, festejemos, sí. Celebremos a Pareja, a Mascherano, a Dimaría, a un Messi que, a media máquina, marca diferencia. Celebremos pero no nos la creamos, que así nos va después en los Mundiales.
sábado, 23 de agosto de 2008
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